Los informes de lectura

19 de noviembre de 2019


Creo que nunca he hablado en el blog de mi trabajo de lectora profesional, de los famosos informes de lectura, ni de cómo empecé en la traducción gracias a esto. En mi entrada sobre propuestas de traducción comenté que, gracias a los informes, metí la cabeza en el mundo de la traducción y hoy quiero explicaros cómo fue y por qué recomiendo comenzar por aquí si no consigues un encargo de traducción y empiezas a desesperarte.

Como todo ser humano, terminé los estudios y comencé como una loca a enviar el CV a las editoriales. Yo lo tenía claro: quería traducir libros, aunque no me importaba compaginarlo con otro tipo de traducciones o de trabajos relacionados con los libros. Gracias al máster en traducción editorial que hice, sabía que tenía otras opciones aparte de ponerme a enviar el CV a diestro y siniestro y mi blog literario me ayudó también mucho, pues ya conocía muchas editoriales e incluso a editores. Al mismo tiempo que enviaba CV, me dediqué a investigar el panorama editorial en otros países, a buscar libros interesantes que tuvieran mucho éxito en su lugar de nacimiento y no se hubiesen publicado en España. Compré muchos libros, leí muchos libros e hice muchas propuestas de traducción. Y gracias a un libro que propuse a una editorial, pero que publicó otra (me cachis), esa editora se fijó en mí y me dijo algo así como: «me gusta tu estilo, cómo te curras los informes, lo bien que redactas» y ¡ahí estaba!, mi primer encargo de lectura. No tenía experiencia, solo la de los informes que tan cuidadosamente había redactado y maquetado, pero me dieron un libro, una plantilla y una fecha. Y así empecé. Hacía informes y más informes, leía rápido porque era el único trabajo que tenía por entonces, y seguía mandando propuestas de traducción, y así otra editorial se fijó en mí y me empezó a mandar también libros para hacer informes.

A día de hoy hago informes de lectura de forma puntual, pero es un trabajo que me parece bonito, aunque delicado. Recuerdo esos primeros libros y la sensación de agobio al pensar que de mi informe podía depender su publicación, que ¿y si yo decía que no, lo encontraba y publicaba otra editorial y tenía un éxito arrollador?; o, al contrario, ¿y si el libro era en realidad malo y la gente lo ponía por los suelos? No obstante, aunque esa inseguridad siempre está presente, poco a poco vas ganando confianza en tu criterio.

Mi experiencia con los informes ha sido muy buena, la antesala para empezar a traducir libros y el modo de conocer novelas magníficas antes que los demás. Hay que leer despacio, comprender, resumir, conocer el mercado editorial, qué funciona y qué no, qué público consume qué contenido, qué hay y qué no. Y hay que redactar bien. Algún día os hablaré de cuál fue mi primer informe que acabó en publicación, o cuál ha sido mi novela preferida de las que he descubierto por este medio.

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