Creo que nunca he hablado en el blog de mi trabajo de lectora profesional, de los famosos informes de lectura, ni de cómo empecé en la traducción gracias a esto. En mi entrada sobre propuestas de traducción comenté que, gracias a los informes, metí la cabeza en el mundo de la traducción y hoy quiero explicaros cómo fue y por qué recomiendo comenzar por aquí si no consigues un encargo de traducción y empiezas a desesperarte.
Como todo ser humano, terminé los estudios y comencé como una loca a enviar el CV a las editoriales. Yo lo tenía claro: quería traducir libros, aunque no me importaba compaginarlo con otro tipo de traducciones o de trabajos relacionados con los libros. Gracias al máster en traducción editorial que hice, sabía que tenía otras opciones aparte de ponerme a enviar el CV a diestro y siniestro y mi blog literario me ayudó también mucho, pues ya conocía muchas editoriales e incluso a editores. Al mismo tiempo que enviaba CV, me dediqué a investigar el panorama editorial en otros países, a buscar libros interesantes que tuvieran mucho éxito en su lugar de nacimiento y no se hubiesen publicado en España. Compré muchos libros, leí muchos libros e hice muchas propuestas de traducción. Y gracias a un libro que propuse a una editorial, pero que publicó otra (me cachis), esa editora se fijó en mí y me dijo algo así como: «me gusta tu estilo, cómo te curras los informes, lo bien que redactas» y ¡ahí estaba!, mi primer encargo de lectura. No tenía experiencia, solo la de los informes que tan cuidadosamente había redactado y maquetado, pero me dieron un libro, una plantilla y una fecha. Y así empecé. Hacía informes y más informes, leía rápido porque era el único trabajo que tenía por entonces, y seguía mandando propuestas de traducción, y así otra editorial se fijó en mí y me empezó a mandar también libros para hacer informes.
A día de hoy hago informes de lectura de forma puntual, pero es un trabajo que me parece bonito, aunque delicado. Recuerdo esos primeros libros y la sensación de agobio al pensar que de mi informe podía depender su publicación, que ¿y si yo decía que no, lo encontraba y publicaba otra editorial y tenía un éxito arrollador?; o, al contrario, ¿y si el libro era en realidad malo y la gente lo ponía por los suelos? No obstante, aunque esa inseguridad siempre está presente, poco a poco vas ganando confianza en tu criterio.
Mi experiencia con los informes ha sido muy buena, la antesala para empezar a traducir libros y el modo de conocer novelas magníficas antes que los demás. Hay que leer despacio, comprender, resumir, conocer el mercado editorial, qué funciona y qué no, qué público consume qué contenido, qué hay y qué no. Y hay que redactar bien. Algún día os hablaré de cuál fue mi primer informe que acabó en publicación, o cuál ha sido mi novela preferida de las que he descubierto por este medio.
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